jueves, 2 de septiembre de 2010

EL MISTERIO DE PEREYRA IRAOLA

Una tarde fría de agosto del año 1961 arribó al parque Pereyra lraola un pequeño grupo de scout, quienes tenían como objetivo lograr sobrevivir una noche sin la supervisión de sus “dirigentes".
Dicho grupo estaba compuesto por seis individuos, Marcos, Joaquín , Antonella, Santiago, Lucía y Braian; éste último había llegado al grupo hacía sólo dos semanas, por lo cual su estadía allí todavía era complicada, ya que debía soportar las burlas de sus compañeros. Luego de un día de divertidas actividades, los dirigentes decidieron que era hora de dejar a los niños solos, por lo cual se dirigieron hacia la oficina del guardaparque, donde pasarían la noche.
Ya sin la compañía de los mayores, los chicos dividieron las actividades; Santiago, Antonella y Marcos se encargaron de recolectar leña; y Lucía, Braian y Joaquín armaron las carpas.
Hasta ese momento todo marchaba a la perfección, hasta que Joaquín notó que ya habían pasado varias horas desde que sus compañeros fueran a recolectar leña, por lo que decidió ir a buscarlos con Lucía, mientras Braian cuidaba de las carpas y buscaba leña para comenzar a encender el fuego.
Aunque estaba asustado por la soledad del parque que lo rodeaba, Braian tomó el hacha y empezó a cortar un árbol seco que todavía estaba en pie; cuando estaba por el tercer hachazo, no se dio cuenta de que el árbol comenzó a derrumbarse sobre él y en un abrir y cerrar de ojos yacía bajo el gran tronco; aunque intentó pedir ayuda el dolor era demasiado fuerte por lo que no tardó en desmayarse. Cuando los demás volvieron al lugar, encontraron a su compañero inconsciente. Inmediatamente fueron en busca de los dirigentes, quienes sin pensarlo subieron al niño a la camioneta y lo llevaron al hospital más cercano.
Los chicos pasaron toda la noche lamentando esta tragedia y echándose la culpa de lo ocurrido, ya que sabían que no deberían haber dejado a su compañero solo. A la madrugada sus dirigentes volvieron con la triste noticia: Braian había fallecido.
Santiago, el que más los cargaba, no quiso que lo vean llorando ya que para él era una vergüenza que un hombre llorara, y decidió ir a sentarse solo a orillas del arroyo. Estuvo sentado un largo rato, cuando de repente mirando el paisaje vio del otro lado del arroyo a Braian con el hacha en la mano y una expresión de venganza en su rostro. El pequeño salió corriendo rápidamente hacia donde se encontraban las carpas y les contó a los demás lo que había visto.
Dicen que si vas los viernes a la noche a sentarte a orillas del arroyo, del otro lado, no importa cuál, podes ver a aquel niño con un hacha en la mano y aquella expresión de tristeza y venganza en su rostro.

Emanuel Baez
Alex Cantarutti

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